La transmisión automática

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La transmisión automática comenzó a ser usada en la década del ’50, y en todo este tiempo fue experimentando muchas transformaciones, que la van haciendo cada vez más compleja. Sin embargo, los componentes básicos que la caracterizan permanecen iguales o similares, entre ellos el convertidor del par y los trenes epicicloidales.

La diferencia de funcionamiento respecto de las cajas tradicionales con comando manual puede resumirse sintéticamente de la siguiente manera: la caja manual está conectada al motor a través del embrague, que permite transmitir la cupla motriz desde el cigüeñal al eje primario de la misma caja. El eje secundario acciona la transmisión, para después poder seleccionar manualmente los cambios o marchas, con relaciones idóneas en función del estado de funcionamiento del vehículo. Esta selección activa una cupla o par de engranajes específico, por medio de una palanca selectora –que se encuentra ubicada en el puesto de conducción– que posee una serie de palancas de reenvío, desplazables, con acople de tipo frontal, montadas sobre los dos ejes o árboles de la caja.

La cupla motriz o el par motor, suministrado por el motor al eje primario a través del embrague, pasa al eje secundario, de allí al diferencial, y después a las ruedas motrices. La transmisión automática se caracteriza por el denominado convertidor de par, que pone en contacto al propulsor con el mecanismo interno de la caja misma. Este mecanismo permite efectuar un cierto número de relaciones (por ejemplo tres hacia adelante y una marcha atrás), aprovechando la acción de los trenes epicicloidales. La colocación o inserción de estas relaciones se realizan obviamente de manera automática y sin interrupción de la transmisión del par motor. Los trenes epicicloidales son gestionados por medio de componentes mecánicos, hidráulicos, eléctricos y electrónicos. La cupla motriz o par motor a la salida de la transmisión automática es enviada posteriormente a las ruedas motrices a través del diferencial.

Con respecto al denominado "convertidor de par", el cigüeñal del motor se acopla con la caja automática de modo progresivo, a través del "convertidor de par", el cual está compuesto por tres partes básicamente: la turbina, el reactor o estator, la bomba o impulsor. El cuerpo o carcasa del convertidor, que contiene las tres partes mencionadas, está formada por dos semitapas soldadas entre sí. La misma es solidaria al cigüeñal a través de la placa de arrastre, y se llena de aceite (ATF: Fluido de Transmisión Automática) durante el funcionamiento de la transmisión automática. El "impulsor" está, a su vez, fijo al cuerpo del convertidor y por lo tanto es accionado por el motor del vehículo.

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